De cara a la segunda vuelta de las elecciones y al cambio de gobierno, las compañías deben medir los niveles de exposición al riesgo, evaluarlos y desarrollar planes de contingencia para que no los tomen por sorpresa.
Petro representa el riesgo de una creciente conflictividad social y política, por los choques institucionales que probablemente se darán entre el gobierno y otras instituciones que desembocará movilizaciones sociales.
Con Petro de presidente se puede dejar de otorgar nuevas licencias de exploración petrolera y títulos mineros, negar licencias ambientales y hacer mucho más engorrosos los procesos de consulta previa, lo que puede desincentivar nuevas inversiones, también puede haber riesgos para importadores de ciertos productos dada su tendencia proteccionista.
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